Niños bajo fuego Por Oscar Taffetani

APe).- “-¿Cómo te llamás? // -Zaki. // -¿Qué edad tenés? // -Siete. // -¿Vive tu padre? // -Murió. // -¿Qué era tu padre? // -Fedaí (combatiente). // -¿Qué vas a ser cuando seas grande? // -Fedaí...”

Así transcribía Rodolfo Walsh, en un reportaje para el diario Noticias publicado en 1974, su diálogo con un niño palestino alojado en una escuela para huérfanos al sur de Beirut.Cualquiera podría pensar que el perfil y las expectativas de los niños palestinos, 35 años después de aquel reportaje de Walsh, no ha cambiado.

Pero sí ha cambiado. Ha cambiado de un modo terrible. Porque hoy los niños palestinos -y muy especialmente los que viven en la sitiada y devastada Franja de Gaza- no tienen expectativa alguna de llegar a ser adultos.

Niños bajo fuego

Saben que morirán muy pronto, víctimas de las bombas o los francotiradores, o del hambre y las pestes que proliferan en ciudades sitiadas y colapsadas. En el mejor de los casos -piensan- morirán combatiendo. Combatiendo al mismo enemigo de sus padres y sus abuelos. Para reunirse en el Cielo con ellos.

Abdel Aziz Mousa Thabet, el más importante psiquiatra infantil radicado en Gaza, que ha venido estudiando los efectos de la violencia y de las secuelas post-traumáticas de la guerra en los niños palestinos, a lo largo de 20 años, dice que un 65% de esos niños presentan severos desórdenes y alteraciones en su comportamiento.

“Dolores de cabeza y estómago -describe Mousa Thabet- vómitos, incapacidad para concentrarse, pánico, ansiedad, irritabilidad. Quieren irse de aquí, pero no saben a dónde. Los oigo. Sienten que no quedan esperanzas, que el mundo no va a hacer nada por ellos y que ellos mismos no podrán hacer nada para cambiar su situación...” (The Guardian, 7/01/2009)

“Esa experiencia traumática -concluye el psiquiatra-, combinada con otras, los empuja a comportamientos extremos”.

La fotografía -que dio la vuelta al mundo- del niño Mohammed al-Dura, de 13 años, muerto a tiros por los soldados israelíes mientras su padre intentaba vanamente protegerlo, ha quedado grabada a fuego en la conciencia de los palestinos. Los adultos ven reflejada en esa foto toda la inhumanidad de la máquina de matar israelí. Sin embargo, los niños -observan los psicólogos- la ven distinto. Para ellos, lo que la foto muestra es que sus padres no son capaces de protegerlos.

Otro psiquiatra de ese enorme laboratorio de dolor y desesperanza que es la Franja de Gaza, Eyad Sarraj, ha dicho este domingo que los cientos de niños huérfanos que han dejado los bombardeos, se convertirán rápidamente, estos días de la tregua, en milicianos de Hamas. “Un niño que ha visto cómo su padre ha muerto o no lo puede defender -dice Sarraj- buscará a alguien que sea su protector, en este caso, otra facción armada, que le dará seguridad, dinero y posibilidad de venganza. El círculo de violencia se ampliará”.

Así están las cosas en el Oriente Próximo, donde la vida de niños, mujeres y trabajadores palestinos sin casa, sin tierra y sin futuro, es apenas una gota roja de sangre, despreciada, mil veces borrada, sistemáticamente ignorada por los que mandan.

La neta... no hay futuro

Una directora y productora de documentales argentina radicada en México, Andrea Gentile, presentó en 1987 el cortometraje de 26 minutos titulado “La neta (es decir, lo concreto, la verdad)... no hay futuro”.

Gentile tomó a un grupo de chicos pobres que a cambio de monedas limpiaban parabrisas de automóviles en las calles del Distrito Federal. Cinco o seis años después, se preguntó qué había sido de cada niño de ese grupo, al entrar en la adolescencia y juventud. La respuesta, que constituye el núcleo del documental, fue que la gran mayoría de ellos, en unos pocos años, ya estaban muertos o desquiciados, triturados por la injusticia del sistema.

Ese mismo documental de Andrea Gentile podría haberse filmado en las calles del Conurbano bonaerense, en las del gran Córdoba o el gran Rosario, con idéntico resultado e idéntico mensaje.

Porque lo concreto -la posta, la pura verdad- es que nuestros pibes, lo mismo que los del DF mexicano y que los niños palestinos de Gaza, no tienen futuro. No tienen futuro entendido éste como el desarrollo de la personalidad y de las potencialidades de un individuo. No tienen futuro entendido como progreso de la vida en el seno de una comunidad.

En 2008, los resultados de una encuesta encargada por el Ministerio de Desarrollo Social a jóvenes de entre 15 y 20 años, en el Conurbano bonaerense, dejaron sin habla a los funcionarios.

Un 35% de esos pibes -como se publicó en la tapa de algunos diarios- pensaba que en los próximos cinco años estaría “muerto o excluido”; un 30%, que tendría un “trabajo precario”. Sólo el restante 35% tenía expectativas de “cumplir con su vocación”.

No hay dos lecturas posibles para esa encuesta. Los hijos de la pobreza perciben claramente esa realidad que luego se encargarán de demostrar, con datos verificables, las estadísticas policiales y carcelarias y los informes y denuncias de las organizaciones de derechos humanos.

Armados de esperanza

Un hilo invisible, una red silenciosa y secreta, une las hambres y los llantos, las agonías y profundos deseos de la mayor parte de la humanidad.

Dentro de esa red, lo más invisible, lo imperceptible, un quejido sepultado por el estrépito de las bombas y los discursos del poder, son los niños.

No tienen futuro, porque se lo robaron. No están en las previsiones oficiales. No están en las planillas ni en la imaginación de los funcionarios.

Sin embargo, son dueños de la Esperanza. Todos juntos, ellos, los masacrados y los ignorados, los rebeldes y los imperceptibles, los que resisten los bombardeos con fósforo o con hambre o con indiferencia, son dueños de la Esperanza.

Ellos, los niños combatientes -que nunca debieron serlo-, los guerreros del arco iris, son capaces de amasar para la humanidad un pan que todavía no conocemos, brillos que no sospechamos, una gran epopeya que aún no ha sido escrita.

Saludemos a esos niños, ángeles terribles. Si alguna vez habrá paz -paz duradera y justa- será por ellos. Si alguna vez habrá pan y caricias en la mesa de todos, será por ellos.

Historias del genocidio en Gaza:

Ciudad de Gaza: "Papá, me muero"

Uruknet Para Kaos en la Red 19-1-2009 www.kaosenlared.net/noticia/ciudad-de-gaza-papa-me-muero

Las palabras todavía resuenan en los oídos de Kamal Awaga, sacudiendo de dolor su cuerpo herido y débil. Estas fueron las últimas palabras pronunciadas por su hijo de 9 años, Ibrahim, antes de que él terminara sirviendo como blanco para ejercicio de tiro de los soldados israelíes. " Ellos mataron a mi hijo a sangre fría, " dice el padre desconsolado, todavía en estado de shock.
Ibrahim se sumó a los más de 350 niños masacrados por Israel en su ataque de tres semanas sobre el enclave costero. Pero mientras los otros cayeron víctimas de balas asesinas o terriblemente bombardeados, el destino de Ibrahim resultó aún más trágico. Un batallón de soldados israelíes hizo una práctica de disparos con él.
"Los israelíes no tuvieron clemencia con su inocencia " dijo el desconsolado padre en su cama en el hospital Al--Shefa en la Ciudad de Franja de Gaza. " Ellos no tuvieron nada de compasión con su diminuto cuerpo , " añadió el padre afligido.

Un día soleado

Nada en el día hacía prever a la familia Awaga el trágico giro de los acontecimientos que se desarrollaron. Ellos se despertaron una mañana soleada después de días de encierro en un pequeño cuarto para protegerse del masivo bombardeo israelí.

"Mamá, vayamos a desayunar hacia fuera en el jardín. Estoy harto de permanecer en este cuarto," dice la apenada madre recordando el pedido de Ibrahim.

Una hora más tarde, la mesa estaba puesta en el jardín y la familia esperaba disfrutar de los raros momentos de paz, inconsciente de los ojos que los observaban a distancia. Un primer misil interrumpió las tareas de la familia antes que otro destruyera su vivienda.

"Papá, me muero, " le gritó Ibrahim a su padre que se precipitó desesperadamente a su lado. "Rápido, vamos, " Awaga le dijo a su esposa y a sus otros dos niños mientras llevaba en brazos el ensangretado cuerpecito de Ibrahim.

Pero antes de que pudieran llegar a la puerta, una lluvia de balas cayó sobre ellos.Una bala impactó en la pierna de la madre y otra en la cintura del padre. Los dos hermanitos asustados de Ibrahim corrieron para protegerse detrás de los escombros de su semidestruida vivienda.

Práctica de Tiro

Cuando cesaron los disparos, la familia pensó que su sufrimiento había terminado. Pero los soldados israelíes todavía no habían terminado. "Cuando los soldados se acercaron pensé que me iban a matar, " dijo Awaga que fingió estar muerto.

Pero ellos venían por mi pequeño, "dijo él ahogándose en sus amargos recuerdos. Un soldado se acercó al cuerpo de Ibrahim, lo tomó por su pierna y riendo lo hizo girar en el aire mientras otro disparaba su arma a la cabeza del niño muerto. Las carcajadas se hicieron más estruendosas cuando llevaron el cuerpo a un lugar más alto para comenzar su diversión.

Durante toda una hora el padre enmudeció sus gritos de dolor mientras veía cómo los soldados israelíes competían entre sí disparando sobre el cuerpo de su hijito muerto. "Ellos usaron su ensangrentado cuerpecito perforado por las balas para realizar una práctica de tiro."

"Con cada bala ellos tarareaban pronunciando palabras que yo no podía entender pero parecía que estaban en un estado de posesión y de éxtasis, como si estuvieran festejando." Cuando finalmente tuvieron bastante "práctica de tiro", los israelíes tomaron sus armas y abandonaron la vivienda. Pasaron cuatro días enteros antes de que los médicos de emergencia pudieran llegar hasta la familia para trasladarlos al hospital.

¿"Qué hizo mi hijo para merecer esto? " Awaga pregunta, sacudiendo su cabeza sin poder creer lo que sucedió. "Los israelíes masacraron a mi niño, no una ni dos veces, sino miles de veces."

Historias del genocidio en Gaza:La niña palestina Christine murió de miedo

L.L. Caro Para Kaos en la Red Hoy 2:44 20-01-09 www.kaosenlared.net/noticia/historias-genocidio-gaza-nina-palestina-christine-murio-miedo

Otra historia para difundir, para que lo ocurrido en Gaza no se olvide, no se perdone, y no caiga en el habitual pozo de impunidad al que estamos acostumbrados cada vez que se repite un genocidio como el vivido por el pueblo palestino.

El rugido de la artillería israelí acercándose cada vez más a su barrio pobre de Al-Remal, ahogado bajo las bombas por séptimo día consecutivo, fue demasiado para Christine. Tenía 14 años, era estudiante de décimo grado e hija de un médico. «Murió de miedo. Desde que comenzó la guerra sintió el peligro, sufrió desórdenes neuróticos e histeria como tantos otros niños. Cuando los F-16 volvieron a disparar los misiles aquel viernes, cayó al suelo aterrorizada por el ruido. Su padre intentó ayudarla, pero no pudo. La tomó en sus brazos para intentar reanimarla en el hospital, pero murió antes de llegar». Quien lo cuenta es el sacerdote que está al frente de la iglesia del patriarcado latino de Gaza, Manawei Mussallam, íntimamente vinculado a la pequeña comunidad cristiana ortodoxa a la que pertenece la familia de Christine, a quien no se pudo dar sepultura hasta cinco días después por la locura odiosa de la guerra. Era el 7 de enero. Día de Navidad para esa fe religiosa.
El diagnóstico forense de Christine apuntó a un ataque al corazón. Su pánico insuperable habla de la pérdida terrible de otra generación de niños gazatíes, que se consumen presa del terror a morir asesinados mientras duermen, de camino al colegio o confundidos en inmensos desórdenes psicológicos después de ver a sus padres impotentes e incapaces de proporcionarles seguridad.
Ya no hay nada que hacer por los al menos trescientos menores que han perecido en la Franja desde el 27 de diciembre. La tragedia son los pequeños que todavía están vivos y su sufrimiento espantoso: «El 36% de los niños de entre 8 y 12 años y el 17 de las niñas desea morir en los ataques del Ejército de Israel». Son datos del Programa de Salud Mental de la Comunidad de Gaza que dirige con tesón incansable el doctor Eyad al-Sarraj desde hace más de diecisiete años y durante los que ha podido documentar cómo las graves secuelas mentales acaban arrojando a los menores en brazos de los grupos armados en la edad adulta. «Un niño expuesto a tanta violencia se convierte en violento», ratifica el director del hospital psiquiátrico de Gaza, Aish Samur.
Traumas psicológicos

Los menores de Gaza dibujan tanques, puestos militares, se comen las uñas, tienen pesadillas y padecen dolores de causa desconocida, llantos y episodios de introversión. Un 47% sufre traumas psicológicos sin que sus familias se den cuenta. El 30% se niegan a dormir solos y arrastran una severa incontinencia urinaria. La operación 'Invierno caliente' lanzada por Israel en mayo aumentó un tercio el número de pacientes infantiles en los servicios de psiquiatría, donde tratan de sacarles de las escenas de muerte, de funerales, de excavadoras arrancando árboles, de niños asesinados, que martillean su imaginación.

La foto de Christine contraída y amortajada en los periódicos árabes de Israel ha sacudido conciencias, aunque nunca las suficientes. En el diario 'Al-Quds', el autor palestino Sam Bahour escribía: «Nunca te conocí y sin embargo te quiero como a mi hija de tu edad. Viviste 14 años en miedo permanente. Perdón porque ni yo ni el mundo actuamos con suficiente tiempo como para darte una vida normal, una vida digna»

Gaza... que el mundo sepa

Gaza... que el mundo sepa
Alberto Arce, desde Gaza
Fuente: Sodepaz

Hola a todos y todas,

Estoy bien. En estado de shock. Al igual que un millón y medio de personas, hemos decidido quedarnos. No hay periodistas europeos para contar la masacre, deliberada, anunciada, conocida, masticada, consultada y realizada
con el beneplácito de todos nuestros gobiernos. Toda la noche han seguido bombardeando. Hace 10 minutos otra vez, es aleatorio. Es un golpe de estado cruel contra un gobierno democráticamente elegido. La franja, encerrada durante dos años, sin medicamentos, ni electricidad, además es masacrada desde el aire. Hoy no tenemos agua. Desde hace una semana no hay pan. Los periodistas están bloqueados al otro lado de la frontera.


Quien quiere seguir siendo cómplice de Israel? Un saludo a Moratinos desde Gaza. Ayer en el telediario de tv3 en directo, me cortaron. Seguían insistiendo en mentir. No es un ataque contra hamas. Es un ataque contra un millón y medio de civiles. Indiscriminado.

Abrazos. Ahí tenéis mi teléfono palestino, llamadme cuando queráis, enviádselo a todo el mundo.
Cooperantes Internacionales que pueden ser contactados en la Franja de Gaza:
Alberto Arce, (Español, Inglés): 972 59 8786094

Con los ojos en Gaza Por Laura Ginsberg.

Integrante de la Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA (APEMIA)
Cuando este 27 de enero se conmemore a las víctimas del Holocausto y se recuerde la resistencia del gueto de Varsovia contra el opresor nazi, en medio del aislamiento internacional al que fuera sometido por los Estados "amigos", los ojos de la humanidad seguirán puestos en la Franja de Gaza, aún sitiada, aislada y sometida por uno de los ejércitos más poderosos del mundo.
Este día de homenaje y recordación fue instituido por las Naciones Unidas, las mismas que facilitaron 22 días de bombardeos a la población palestina, y que aún no saben si sentarán al gobierno de Israel y a sus jefes militares en el banquillo de los acusados por crímenes de guerra y por violar la legislación internacional de ayuda humanitaria.
Los ojos de la humanidad miran y acompañan a las víctimas masacradas en Gaza y repudian las políticas terroristas del Estado de Israel en esa región.
La analogía con la conmemoración no es caprichosa: es el mismo Estado de Israel el que impulsó la recordación de las víctimas del nazismo y hoy propagandiza un incremento del antisemitismo global como producto de su invasión y del genocidio en Gaza. Toda una confesión, de parte de quien se supone iba a defender a los judíos del mundo para que no sufriéramos más este tipo de agresiones.
En nuestro país, donde se han movilizado decenas de miles contra esta criminalidad, no se ha registrado una sola víctima del supuesto "tsunami antisemita". De esta manera, DAIA y la Embajada de Israel vulgarizan el concepto de antisemitismo al confundir deliberadamente el repudio popular a los ataques del Estado de Israel con los ataques a individuos o a instituciones por su condición religiosa o étnica.
Cuando los hubo durante la dictadura militar y en la voladura de la AMIA, los ataques antisemitas fueron cometidos y/o encubiertos por el Estado argentino y sus fuerzas de seguridad. Israel fue entonces su cómplice en el encubrimiento y sostén internacional. Ahora, es el Estado argentino el que refuerza sus vínculos económicos (Tratado del Mercosur, Ley 26.437) y su complicidad política con el Estado de Israel en la masacre de Gaza.
El gobierno israelí manipula una acusación internacional de antisemitismo y pretende que los Estados enfrenten y prohíban la manifestación del repudio popular contra esta política de exterminio.
Un aspecto de esta manipulación consiste en descalificar y hasta ocultar que somos muchas las víctimas del terrorismo de Estado en AMIA que nos solidarizamos con las víctimas del terrorismo de Estado en Gaza. Resulta que ahora yo, que soy una damnificada de la masacre de la AMIA y de origen judío, que sé que el Estado argentino es responsable de este atentado en, al menos, su "encubrimiento agravado", y que defiendo a las víctimas de la criminalidad de los Estados en Israel y en la Argentina, me estaría aprovechando de esta situación internacional para provocar el antisemitismo hasta ahora encubierto y reprimido. ¡Un verdadero disparate! El nivel de manipulación para confundir a la opinión pública no conoce límites.
Los ojos de la humanidad están ahora más abiertos que nunca.
En el homenaje de este 27 de enero a las víctimas del Holocausto y en la recordación de la heroica resistencia del gueto de Varsovia, sumamos nuestra solidaridad para con el pueblo de Gaza que se resiste a vivir en un gueto, confinado entre muros y condenado a subsistir en condiciones infrahumanas.